POPOL VUH
El Popol Vuh es sin lugar a dudas el más importante de los
textos mayas que se conservan. Se distingue no sólo por su extraordinario
contenido histórico y mitológico, sino por sus cualidades literarias, las que
permiten que se le pueda colocar a la altura de grandes obras épicas como el
Ramayana hindú o la Ilíada y la Odisea griegas. Como éstas, el Popol Vuh no es
un simple registro histórico, es a final de cuentas –como bien ha dicho Alan J.
Christenson, autor de un reciente estudio y una traducción del texto quiché–
una declaración universal sobre la naturaleza del mundo y el papel del hombre
en él.
El contenido se puede dividir en los siguientes apartados:
En la primera parte del Popol Vuh, los dioses hacen surgir del mar primordial los valles y las montañas, y crean las plantas y los animales. Deciden crear a seres que los veneren y les hagan ofrendas. Los tres primeros intentos fracasan; en el primero las criaturas son los animales de cuatro patas y las aves, pero como son incapaces de hablar deciden hacer un segundo intento. En éste forman una criatura de lodo, pero ésta se disuelve al mojarse.
En el tercer intento hacen hombres de madera, pero éstos son incapaces de venerarlos, por lo que deciden castigar su soberbia con un huracán y provocan que sus animales, sus herramientas y las piedras de sus casas se vuelvan contra ellos; los monos son los descendientes de aquellos hombres de madera. En el cuarto intento logran su propósito y crean al hombre, al que forman con maíz.
Estos hombres, que saben cumplir sus obligaciones con sus
creadores, son capaces de ver todo, en el tiempo y en el espacio, por lo que
los dioses deciden nublar su visión. Ésta es la humanidad que ahora puebla la
tierra.
Los héroes divinos:
Además del recuento de la creación del
mundo y los hombres, en el Popol Vuh se relatan las aventuras de los héroes
divinos, que limpian de obstáculos para el hombre al mundo y establecen las
pautas de conducta adecuada para la humanidad. En esta parte del libro los
protagonistas son varias parejas, comenzando por Xpiyacoc y Xmucané, seguidos
por sus hijos, nueras y nietos. Xpiyacoc y Xmucané fueron los primeros ajq’ij,
“guardianes de los días”, los adivinos que interpretaban los augurios del
calendario sagrado de 260 días. Sus dos hijos, quienes llevaban los nombres de
dos de las fechas de ese calendario, fueron Uno Hunahpú y Siete Hunahpú. Los
primeros hijos de Uno Hunahpú, los gemelos Uno Mono y Uno Artesano, se
convirtieron en los patronos de todas las artes, incluida la escritura. Tiempo
después, Uno y Siete Hunahpú procrearon juntos a otra pareja de gemelos
llamados Hunahpú y Xbalanqué, cuya madre fue Xkik’, hija del señor del
inframundo. Las aventuras de estos dos últimos gemelos transcurren en dos
escenarios. El primero es la superficie de la tierra; el segundo, el
inframundo, el Xibalbá. Los eventos en cada escenario aparecen combinados: los
héroes pasan de la faz de la tierra al inframundo y viceversa. Esos
movimientos, con los de los otros participantes en las historias, prefiguran
los movimientos del Sol, la Luna, los planetas y las estrellas. Al final de la
saga, Hunahpú se eleva para convertirse en el Sol y es seguido por Xbalanqué,
quien asume el papel de la Luna llena.
Historia del linaje quiché:
El resto del libro relata la historia del linaje quiché, cuyos fundadores se encontraban entre los primeros seres humanos, desde aquellos tiem- pos inmemoriales hasta después de la conquista española.
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